
Brindo por la letra gótica
tallada en mármol añejo
sobre tu gélido refugio,
la misma que en tres líneas
cuenta al mundo nuestra historia,
esa que evoca dos tiempos:
ineludible destino, fugaz existencia…
y una posdata olvidada.
¡Salud! por la lágrima negra
que noctámbula surcó tantas horas
tras mi puerta sin cerrojo,
esa cuya llave extraviaste en tu memoria.
Gotas saladas cual rocío,
empaparon el manto púrpura que te cobija.
Brindo también no por vos,
que ciertamente te encontrás
en algún lugar de este orbe;
sino por mí, que indulgente,
he visto alejar tus pasos de mis días
y siguiendo el protocolo del buen creyente,
te he dedicado una última plegaria
y te he dicho adiós para siempre.