miércoles, febrero 11, 2009

Déjà vu

Un sombrío día de junio,
mi flor de mayo partió,
sin más equipaje que un beso
y una oración y una eterna promesa.
Sin tiempo para despedidas,
sin lugar para arrepentimientos,
sin un perdón, sin un “lo siento”.
El tiempo fue el justo,
la hora la indicada.
Los últimos minutos,
añoraban cada segundo extraviado.
“La tuviste toda una vida”…
reclamaban con desprecio.
Ante mí sólo queda una vereda,
que no se recorrer sola…
Un sol que no calienta,
una luna que no alumbra
y una lluvia que no cesa.
Mi jardín se ha trocado sombrío,
maleza y plaga proliferan por doquier.
Mi flor de mayo ha dejado este mundo
y sin pretenderlo,
no recuerdo más su aroma,
cada vez evoco menos su estampa.
Tal vez un día cualquiera,
de mi mente se disipe el último recuerdo.
Quizás un día de junio, lluvioso… frío,
entre maleza y arbustos extraños,
esta senda me traiga de nuevo
al edén perdido.
Mi corazón latirá jubiloso.
Asiré fuerte su mano
y confesaré:
creo que aquí ya he estado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario